Lingüística textual fue un antes y un después, por varias razones. Durante esta asignatura se consolidó el grupo con el que ahora habitualmente trabajo. Representó una avalancha tal de conceptos técnicos, de palabras nuevas, de releer para volver a no entender, que terminamos haciendo catarsis grupal antes de las actividades, y a hablar de cualquier otra cosa para postergar, un poquito, la discusión técnica pura y dura.
Fue la primera vez en el máster que sentí que no podía. La actividad 2 de esta asignatura. Reitero, el aluvión de conceptos había sido tan rápido y enorme, y cuando mi cerebro recién estaba intentando asimilarlos, ya tenía que aplicarlos para una entrega. Así, fue la primera vez en el máster que entregué una actividad sintiéndome completamente inseguro de lo que estaba entregando.
Un análisis, desde lo lingüístico, de un texto que habla sobre la imagen anterior, fue el desafío. El texto se encuentra en la propuesta de la actividad. Spoiler: contiene un texto mucho más interesante que esta entrada.
Tiempo después, casualmente, en clase de lengua, el profesor decidió utilizar un material con estos conceptos técnicos para aclarar a la clase la razón por la cual unos pronombres iban en determinado orden en una frase determinada. Ya estábamos cursando otra asignatura, había dejado atrás hacía ya un tiempo aquella maraña de conceptos. Pero entendí. Recién en ese momento me di cuenta de que había procesado todo aquello.
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